Encima de la playa de Arrigunaga se encuentra el Molino de Aixerrota, cuya construcción fue motivada por una prolongada sequía que afectó al Señorío de Vizcaya a principios del siglo XVIII.
La falta de agua impedía el funcionamiento de los molinos fluviales, imprescindibles para moler el trigo y el maíz. Los fuertes vientos que azotan la zona facilitaron la alternativa para paliar la sequía.

Su actividad no duró mucho tiempo, porque pronto la lluvia volvió a llenar los cauces de los ríos y el molino cayó en desuso.
Hasta hace poco, esta singular construcción albergaba una sala de exposiciones y un bar restaurante con unas vistas privilegiadas.
Antes de salir, merece la pena asomarse a contemplar la bonita estampa de la playa vista desde arriba.

Ahora sí, comenzamos el paseo caminando durante 1,2 km dejando el mar a nuestra izquierda para llegar al Fuerte de la Galea.
Un camino repleto de atalayas
Desde aquí se domina a la perfección la entrada del Abra, por lo que no es extraño que este lugar haya servido para buscar en el agua tanto los resoplidos de las ballenas como las velas de los barcos ingleses que merodeaban la zona.
También llamado Castillo del Príncipe, se construyó en 1742 y llegó a albergar hasta 20 cañones.
Todavía se conserva el gran foso que lo rodea y el puente de madera que le da acceso.

Nunca tuvo uso militar y en 1782 se reconvirtió en lo que sería el primer faro de Bizkaia. Hoy es la construcción de origen militar mejor conservada del territorio histórico.
Seguimos avanzando en el camino y a 500 metros observamos un dique que comenzó a construirse, pero que nunca llegó a completarse. Junto a él, si tenemos la suerte de hacer esta ruta un día en que el mar nos muestre su fuerza, veremos las olas gigantes sobre las que una vez al año cabalgan los surfistas de la RED BULL CHALLENGE.
Tras 500 metros más viendo y escuchando el mar llegamos al actual faro de Punta Galea.

Aquí las sirenas sonaban a niebla
Frente a él, al borde del acantilado, podemos observar las sirenas de emergencia que servían como guía a los barcos en los días en los que la niebla impedía ver la costa.

Pasando el parque, tomamos el camino que comienza junto a la fuente que nos lleva serpenteando entre los acantilados y los campos de golf de la Real Sociedad de Golf de Neguri.
Son 2,5 km más hasta llegar al parking de Azkorri, donde podemos reponer fuerzas tomando algo en FANGALOKA STYLE y decidir si volvemos caminando deshaciendo nuestra ruta o si allí mismo cogemos el autobús de regreso a nuestro punto de partida.

Yo decidí volver caminando por las estradas de Andra Mari y encontré esta bonita escena del barrio rural de Getxo

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